Numerosos padres
no se sienten a la altura de sus cometidos. No tienen confianza en sí mismo;
tienen miedo a no ser “buenos padres”; se sienten rebasados por las exigencias
de su familia y de la sociedad en general.
Como padres, no están obligados
a ser perfectos y a saberlo todo desde un principio. Deben considerarse como un
eterno aprendizaje y educación.
La pareja debe ponerse de
acuerdo sobre las orientaciones que se tomaran para la educación del niño y
así, evitar, sobre todo si está divorciado, la competencia con el propósito de
ganar el afecto del niño. El miedo obsesivo que tiene los padres de educar mal
a su hijo, a menudo provocan en él comportamientos que ellos temen. Por
ejemplo, el miedo que puedan tener a que su hijo consuma drogas, puede llamar
la atención sobre el él hasta al punto de excitarlo a probarlo. Debemos
recordar siempre que es el niño quien se educa. Tratar de protegerlo del más
mínimo sufrimiento de la menor falla, equivaldría a incapacitarlo para el resto
de su vida. El lugar de ponerse a la defensiva y de estar siempre predispuesto
a decir “no” a todas las peticiones del niño es preferible estar prevenido y
proponerle ciertas actividades. Los padres tienen que dejar de preocuparse por
el quien dirán acerca de la educación que lleven con su hijo ya que él es el único
responsable de su formación.
Algunos padres tienen demasiadas
ambiciones para su hijo; esto pueden desalentarlo ya que estas exigencias hacen
que el niño no sepa aceptar sus límites y sus fracasos. Otros padres, en
cambio, carecen de ambición para su hijo esto se inclina a consentirlo y, el
lugar de buscar el verdadero bienestar del niño, reaccionan a las privaciones
de sus propia juventud. Por ejemplo: “yo no tuve nada en mi infancia; por eso
voy a darle todo a mis hijos”.
Para que haya un clima de confianza
familiar, los padres deben “domesticar” al
niño ya que este estará más dispuesto a escucharlos y obedecerlos.
La organización en el medio
familiar también es importante ya que esta tiende a provocar muchas tensiones y
dificultades en una familia. En función de las necesidades de cada familia el
entorno puede organizarse de manera que sea:
- Enriquecido:
juego educativos, mapas del mundo, listas de programas de televisión y vídeos interesantes, pequeñas bibliotecas,
etcétera.
- Depurado: disminuir los
estímulos con el propósito de favorecer el sueño a la hora de dormir como bajar
el volumen de la televisión, no hablar después de una determinada etcétera.
-Más cómodo: perchar más bajas
que los niños puedan colocar su ropa, el cesto dela ropa sucia al alcance de
todos etcétera.
-Ordenado: los juguetes en un
cuarto de juego, los productos peligros al alcance de ellos, etcétera.
- Abierto a otros medios:
visitas a parques, museos, curso de todo tipo, encuentros con otros compañeros,
etcétera.
-Organizado de una manera
funcional: tablero de anuncios, listas de trabajos que se deben realizar,
agendas de actividades escolares y deportivas, etcétera.
Además de
organizar el entorno es importantes saber planificar los acontecimientos
previsible que conciernen a la familia como preparar al niño para su cita con
el dentista, llevar a los viajes juguetes y objetos familiares, etcétera.
En la familia monoparentales,
así como en aquella donde los padres trabajan fuera de casa es necesario hacer
proezas de organización. Un reglamento debe ser claro y preciso. Por ejemplo
puede correr en el desván pero no en la sala o en la cocina. El establecimiento
de consecuencias reglamentarias es una estrategia educativa que se impone, en
particular cuando el padre a tomada conciencia de que no debe llevar a cabo una
tarea que es responsabilidad del niño, como hacer los deberes, aprenderse las
lecciones.
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